¡¡¡¡Estamos de vuelta con un nuevo caso amigos!!!!
Esta vez, era la Dra. Guiomar Rojo la encargada del paciente, un hombre de 45 años que fue a hacerse una analítica rutinaria. Aparentemente sin síntomas, aunque ahora veremos que su analítica decía lo contrario, ¿Sospechoso verdad? Más sospechoso que La Casa de las Carcasas.
La Dra. tenía claro que este hombre tenía el hígado horriblemente mal, pero descartó que se tratase de una hepatitis aguda. Como ya os hemos comentado en entradas anteriores, fieles lectores, no se caracteriza por un aumento de la GGT. Entonces, pensó en que podría tratarse de un problema con el alcohol (somos muy malpensados pero es lo primero que pensamos cuando alguien viene con el hígado más roto que los pantalones de un modernito). Vale, esto lo pensamos al ver que el ratio AST/ALT era mayor que 2 y que GGT aumenta con la ingesta de alcohol. Esta última enzima que siempre nos da pereza escribir se encarga de la formación de urea, el pis de toda la vida, para la eliminación de este compuesto que tantas resacas te ha dado a lo largo de tu vida.
Incluso la FA puede aumentarse si se llega a una hepatólisis (se te rompe el hígado desde sus componentes más pequeños) producida por el daño que ejerce el alcohol en el hígado. Digamos que el hígado con el el alcohol reacciona tal que así.
Como en el caso anterior, es tu turno. ¿Qué otros análisis crees que podríamos hacer para respaldar la teoría de la Dra. Rojo?. Nuestra propuesta fue estudiar el tiempo de la protrombina, que en casos de hepatitis alcohólica suele estar aumentado y, además, la Dra. Rojo sugirió hacer un análisis de orina donde estudiar la hiperuricemia (mucha urea), un rasgo característico del consumo excesivo de alcohol. En caso de ser necesario, también se podrían solicitar análisis para estudiar la presencia de hipoglucemia, acidosis, esteatosis, hiperlipidemia o cetosis, todos ellos palabros muy raros que se asocian a niveles bajos de glucosa (la molécula que te da energía), acidez corporal y grasas muy elevadas. Esto explica la barriguita cervecera que se gasta cada cual por aquí.
Vale, finalmente la Dra. nos comentó que, efectivamente, el paciente sufría de alcoholismo, pero no había llegado a desarrollar una hepatitis alcohólica como tal, sino que sólo tenía el hígado más graso que una bolsa de Lays. Esto nos indica que todavía no es tan grave, lo que se ajusta al no aumento de la bilirrubina y a los valores normales de albúmina. Eso sí, más le vale al hombre beberse unos zumitos de vez en cuando si no quiere acabar con el hígado más inútil que un micrófono en una reunión de mudos.
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